ALMA PORTEÑA – Pilar Berná (Concejala de IP)

  Según algunos intelectuales el alma es un conjunto de características, tanto positivas como negativas, que nos son dadas en el nacimiento y que durante la juventud, especialmente hasta los siete años, nos educan para potenciar las positivas y a controlar las negativas. Primero por nuestros padres y después por la sociedad, formando el carácter personal de cada uno y el modo o manera como afrontaremos la vida en un futuro. Esto ocurre para todas las personas, animales y grupos sociales del mundo. Así podemos ver como personas y animales nacidas en una misma familia y moviéndose en ambientes sociales parecidos, muestran personalidades y comportamientos distintos.

  Lo mismo ocurre con las uniones, sociedades y pueblos. Un conjunto de seres distintos y diversos que se reúnen en grupos por necesidad o simplemente por capricho, mediante la influencia reciproca entre ellos y con el tiempo, llegan a dotarle de una manera de ser y una personalidad de grupo que le es característica y que lo diferencia de otros colectivos o lugares similares.

  El Puerto, en su nacimiento, fue un conjunto de personas venidas de todas partes con personalidades y costumbres distintas, movidos por la necesidad de encontrar una vida mejor para ellos y sus hijos. Debido a la imposición política nacional de la ubicación de la empresa Compañía Menera de Sierra Menera en el litoral, el nacimiento del Puerto se situó en una zona no deseada por las fuerzas políticas del lugar, tanto comarcales como provinciales. Por este motivo su desarrollo se realizó y creció a su libre albedrio, sin orientaciones urbanísticas, ni dotándoles de los servicios imprescindibles como alcantarillado, agua potable o servicios médicos, obligando de esta manera a que primero la minería y posteriormente los Altos Hornos del Mediterráneo, adoptaran de forma paternalista al nuevo pueblo y lo dotaran de sus necesidades básicas.

   Así nos encontramos que por aquellos años los porteños se relacionaban básicamente con los de su mismo pueblo, creando sociedades donde además de compartir costumbres les servía para comentar sus problemas particulares o simplemente como desahogo de su añoranza por sus gentes y su pueblo y para encontrar un poco de bienestar personal. Ejemplos los tenemos en la Casa de Andalucía o el Centro Aragonés.

   Posteriormente, una vez acabada guerra civil, el gobierno de Franco tomó la Siderúrgica del Mediterráneo como botín de guerra y la vendió a la empresa Altos Hornos de Vizcaya. Durante la etapa comprendida desde el año 1939 hasta la muerte de la siderúrgica en 1984 no cambiaron mucho las cosas, la fábrica tal como lo había hecho en la etapa anterior y ante el desinterés y abandono de los gobiernos provincial y municipal, continuó comportándose con los porteños de forma paternalista cubriendo las necesidades básicas de la gente. Este abandono por parte de los políticos valencianos y municipales para con el Puerto fomentó el aislamiento de los porteños con el entorno geográfico, creándose así un grupo de gentes con personalidad y costumbres distintas de sus vecinos saguntinos. Así se creó el alma de mi pueblo, con trabajo y dignidad como cantaba el poeta.

  La muerte de la siderúrgica a manos de los socialistas en el año 1984 dio lugar a la tercera etapa de nuestra corta historia. La evolución demográfica y social de nuestro pueblo se vio truncada con la pérdida de trabajo de aquellas casi cinco mil personas que componían la plantilla de la fábrica. Gracias a la lucha sin cuartel de los porteños con el gobierno nacional la ruina no fue total, se consiguieron jubilaciones anticipadas ventajosas y se crearon nuevas empresas, aunque no de la categoría de la siderúrgica, que ocuparon a parte de los despedidos.

  Es a partir de entonces cuando las fuerzas políticas municipales, viéndonos huérfanos de padre, comienzan con el acoso y derribo de todos y cada uno de nuestros símbolos porteños que conformaban el alma de nuestro querido Puerto.  Pero el camino que emprendieron fue equivocado. No se puede obligar ni abandonar a su suerte a ninguna persona ni grupo de gentes sin que éstos se rebelen y luchen por su orgullo y supervivencia.

  Fruto de todo ello surge Iniciativa Porteña a principios de la década de los 90, con el objeto fundamental de proteger el alma de acero de nuestro Pueblo. Transcurridos mas de 25 años desde su fundación, los objetivos marcados por IP, siguen vigentes y seguimos luchando para mantener la identidad del Puerto, ganada con esfuerzo, sudor y lágrimas. De este modo intentaremos conseguir que las nuevas generaciones recuerden la historia desde el nacimiento de un gran pueblo como El Puerto…

Atentamente

Pilar Berna Garcia

Concejal de IP, partido mas votado en El Puerto

 

 

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