Como es bien sabido, todo aquello que queremos solicitar, tramitar, etc. ahora es vía telemática. La ventaja es que no importa ni dónde, ni cuándo ni cómo, porque se puede hacer desde cualquier lugar y en cualquier momento. Aunque, como la justicia, no es igual para todos.
Es de necesidad imperiosa saber que, aunque todo se haya ‘‘internetizado’’ -permítanme inventarme la palabra- todo aquel trámite que se realice, llega a una persona física, por tanto, lo único que perdemos es ‘‘el encuentro’’. Y para muchos/as es casi mejor, porque así ni tienen que hablar, ni tienen que dialogar ni llegar a acuerdos con nadie. Simplemente, apretar a un botón y listo. Ahora, eso sí, no olvidemos que en sus manos está el querer apretarlo.
Como diría Chomsky, ‘‘conectar nuestra mente a la tecnología es imposible y peligroso’’ y qué razón tenía, ya que si cuesta apretar a un botón desde la silla, ¡qué sería de nosotros si se pudiera reflejar y aplicar en internet lo que uno piensa!
Es un tema complicado, farragoso, pero con la nueva normalidad se están perdiendo muchas costumbres, como por ejemplo, la eficacia. Muchas gestiones y trámites no se resuelven de manera adecuada, sino todo lo contrario, y precisamente es por falta de eso, de eficacia. Y es un humano, hago hincapié. Siempre con pretextos, con excusas baratas y mal pagadas.
Toda la ciudadanía tiene derecho a poder realizar un trámite y ser correspondido como toca, no como las administraciones quieren. Es intolerable la falta y mala gestión donde predomina el ‘‘si puedo cogerme a lo que dicen desde Conselleria’’ lo hago y me quito un marrón de encima. Todo por no apretar a un botón porque, ¿para qué? Si tengo amparo -o eso creen-. Si puedo no flexionar esa falange direccionándola hacia el botón del teclado dejándola caer y, por gravedad, hacer presión sobre esta.
Carolina Fuertes Gallur
Concejala de Iniciativa Porteña