Estos días la mayoría de los ciudadanos estamos viviendo el confinamiento impuesto por un maldito virus, que va a tensar al máximo la capacidad de respuesta de nuestra sociedad. En algunos casos, ese confinamiento abarca incluso nuestro trabajo, algo que de momento en mi caso no se ha dado, puesto que hasta la fecha en el departamento de Arcelor donde presto mis servicios, no se ha producido la parada total de la instalación, que justamente comienza hoy. Pero aún trabajando, echo de menos muchas de las cuestiones que hacía de manera cotidiana, dejando a un lado las obligaciones que tengo por el desempeño de mi cargo público.
Echo de menos mis salidas en bicicleta, con esos recorridos por las sierras de Espadán o Calderona, aunque en este momento incluso el recuerdo de los paseos por el llano de nuestra costa o por la carretera nacional, siguen siendo un bálsamo que me relaja cuando soy capaz de trasladar mi mente a esos momentos. Echo de menos mis almuerzos en el Trópic en Gilet, o en el Paquita conocido como el paraíso de los ciclistas en Eslida, o en el Puntal de Vilavella… Y también aquí debajo de mi casa en el Aquarium donde suelo comerme el bocata un par de días por semana. Siempre he “presumido” de almorzar los 365 días del año, en muchas ocasiones acompañado por otras personas con las que compartía conversación y por supuesto, tomándome el cremaet del que me considero un experto catador.
Echo de menos los paseos por mi Puerto, en muchas ocasiones acompañado por mi esposa, echo de menos nuestras calles, la humedad de nuestra playa y las quejas de esos vecinos que se acercan a pedirme ayuda o consejo. El paseo marítimo, el triángulo umbral o cualquiera de nuestras avenidas. Recorrerlas a pie y con prisas, en ocasiones ha sido un martirio que ahora mismo como digo echo de menos.
Echo de menos los encuentros en la sede de Iniciativa Porteña, su actividad frenética en ocasiones, las anárquicas reuniones de junta en las que me ponía nervioso porque todos queríamos hablar al mismo tiempo. También los momentos que paso en la peña ciclista porteña que, si bien no son muchos, llenan una parte de mi vida que me reconforta. Los plenos o comisiones municipales que ahora son por una fría pantalla de ordenador, las personas que vienen a los plenos, que casi siempre son las mismas, pues también, también los echo de menos. Ir de compras con mi esposa, algo que normalmente me agobia, he de reconocerlo, pero que ahora mismo no me importaría acompañarla.
Echo de menos el día a la semana en el que iba a ver a mi madre, en ocasiones apenas media hora por mis múltiples ocupaciones. Ella con 85 años es colectivo de alto riesgo, por lo que está en su casa confinada, con mi hermano. Y no recibe visitas de ninguno de sus otros 8 hijos, 16 nietos y 9 biznietos. Todos los años nos juntamos por su cumpleaños, a ver si al año próximo podemos volver a juntarnos todos. Echo de menos ver a mi madre y a mis hermanos. Echo de menos la posibilidad de viajar o ir a comer por ahí con mi esposa.
En estos momentos, nos damos cuenta de que nuestra vida esta llena de pequeñas cosas que realmente, aunque en ocasiones nos tensan, son esa válvula de escape necesaria. Valorar esos grandes momentos o los pequeños detalles que nos brinda la libertad de movimiento, es algo que estamos aprendiendo. Seguro que después de este mal sueño, muchos de nosotros sabremos valorar mejor todas esas cosas que forman parte de lo cotidiano.
Quizá luego echemos de menos lo vivido en este confinamiento, que desde luego también ha tenido esa parte buena, pues también hemos pasado más tiempo al lado de las personas con las que convivimos, lo cual es un lujo que no suele estar a nuestro alcance. Solo han pasado dos semanas desde que se decretó el estado de alarma, pero a todos nosotros nos parece ya una eternidad. Queremos que acabe, pero también somos conscientes de que es necesario, que nuestro esfuerzo es vital para derrotar al coronavirus. Sé que esta batalla la vamos a ganar.
Sé que muchos de vosotros lo estáis pasando mal porque conoceréis o sois familiares de algunos de los que han enfermado. Trasladaros todo mi apoyo, y a quienes hayáis sufrido pérdida, mi más sentido pésame. Ante esas pérdidas, todo lo que he escrito pierde relevancia, lo sé, y por ello os pido que entendáis el contexto en el que escribo estas líneas.
Atentamente:
Manuel González Sánchez
Portavoz de IP, partido más votado en El Puerto