Septiembre. Llega, otro año más, la gota fría. «Hemos tomado todas las precauciones y medidas necesarias», dice el alcalde. Sorprende ver ahí un “todas”. Qué frase tan bonita, ¿verdad? Leer esa afirmación implica connotaciones de autodefensa de la gestión propia (normal), pero, sobre todo, y es lo grave, de conformismo y tranquilidad. En definitiva viene a decirnos que se ha hecho todo lo posible y ya no se puede hacer más. Hemos dado el máximo. Ya podemos descansar. Y, claro, tampoco hace falta más que salir a pasear a finales de la época del buen tiempo y observar en qué estado se encuentran los imbornales y el conjunto del sistema de alcantarillado de nuestro pueblo: obstruido por la suciedad que se va depositando a lo largo de los meses. Y sí, un buen ejemplo concreto son los canales de salida de agua que hay en la playa. Si SIEMPRE, todos los años, con la puntualidad de un reloj suizo, nos vemos en la misma situación en cuanto se van los calores de agosto, ¿por qué el Ayuntamiento no ha mandado una pala para limpiar estos canales? ¿Por qué no se ha solicitado un estudio para solucionar el punto crítico de Periodista Azzati? Todos recordamos imágenes de otros años con vecinos barcas inflables, tomándose con humor la situación. No deja de ser una crítica más. Quizás ya vaya siendo hora de coger el toro por los cuernos y arreglarlo de una vez, porque se puede hacer, igual que en otras legislaturas se mejoró la zona de la Lonja.
En resumen, que no, que nos quieran vender que están tomadas todas las medidas necesarias, porque sencillamente no es así. Pero bueno. En todo pasa lo mismo. Supongo que los vecinos de El Puerto estamos acostumbrados a que prácticamente todo funcione así de mal. El dulce caos de un pueblo sin Ayuntamiento.
Mario Cereceda Núñez
Jovenes Porteños