Estos días tras las fiestas navideñas, he aprovechado para hacer una pequeña escapada a tierras alicantinas, concretamente a la localidad de Calpe. Cuando salgo de nuestro pueblo, suelo entretenerme en observar y aprender de todo aquello que se hace bien en otras latitudes.
Ciertamente, reconociendo que vivimos en un pueblo eminentemente industrial y con vocación comercial a través de su puerto marítimo, también es verdad que tenemos cualidades que nos permitirían si estuvieran bien gestionadas, tener otras alternativas para generar actividad económica y empleo.
Pensando en nuestra playa, en nuestro patrimonio industrial, en el entorno natural que ofrece la comarca del Camp de Morvedre, o en el rico patrimonio histórico que atesora la ciudad de Sagunto, tenemos los condimentos necesarios para ofrecer un destino atractivo para el turismo de personas que buscan esa escapada en cualquier fecha del año.
En Calpe he encontrado otras alternativas que no han sido exploradas en nuestra zona. Como ejemplo, aquella zona es considerada un paraíso para los ciclistas que vienen en invierno a entrenar desde el frío Norte o Centro de Europa. Holandeses, británicos… allí me encontré con numerosos ciclistas que buscaban nuestro clima benigno, a pesar del frío que hace hoy; como anécdota, decidí salir para realizar una etapa hasta el Coll de Tudons, cuya ascensión, la realicé con un grupo de belgas y alemanes. Varios conjuntos del ámbito profesional utilizan esa zona para entrenar, de hecho, estos días coincidimos con dos de estos equipos, que estaban alojados en nuestro mismo hotel.
Pues bien, salvando las distancias, tengo que decir que nuestra zona es incluso mejor que aquella para practicar el ciclismo, con muchísimas alternativas y con bastante menos riesgo que las carreteras alicantinas, que sobre todo en la transición de la costa hacia la montaña, son muy peligrosas.
Sin embargo, por mucho que queramos vender nuestra Comarca, no tenemos ninguna opción de alcanzar la excelencia si no somos capaces de ofrecer unos servicios y alojamientos de calidad. Nuestra oferta hotelera es muy escasa, pero claro, esto se explica por la mala venta y la malísima gestión política que se ha realizado a lo largo de la historia.
Los espacios que reúnen algún atractivo para la ubicación de servicios hoteleros han sido mal gestionados a nivel urbanístico y los encantos que tiene nuestro primer reclamo, que es la playa, se ven oscurecidos por el cutrerío que envuelve nuestro nefasto paseo marítimo. Con el malecón o los dos aparcamientos existentes en esa zona, convertidos en solares infames llenos de basura y polvo, o de barro cuando llueve. Con la plaza de la Concordia abandonada, con los canales de aguas estancadas y todo ello adornado con la suciedad y decenas de contenedores de basura que invaden la avenida del Mediterráneo. Esa es la carta de presentación de nuestra ciudad.
Esto contrasta con lo que me he encontrado en Calpe, cuyas calles estaban impolutas, el paseo marítimo está impecable, y la playa, a pesar de ser invierno, está limpia y cuidada diariamente. Los contenedores soterrados, y los servicios hoteleros de primer orden. Pero no todo es malo en nuestro pueblo, puesto que a nivel de restauración la oferta de El Puerto es aceptable, aunque estoy seguro de que sería insuficiente si consiguiéramos la excelencia como destino turístico.
Después de contar todo esto, hay que explicar que las propuestas de Iniciativa Porteña a lo largo de los últimos años, precisamente han ido encaminadas, no solo a mantener nuestra vocación industrial, nuestra apuesta es mejorar e intentar abrir el camino hacia la mejora como destino turístico para quienes nos quieran visitar, pero también para aquellos que hemos escogido este maravilloso lugar para vivir.
Atentamente:
Manuel González Sánchez
Portavoz de Iniciativa Porteña