El próximo octubre se cumplirán 33 años desde que el Horno Alto nº 2 sacó su última colada, y con ella comenzó el desmantelamiento de la siderúrgica integral de Altos Hornos del Mediterráneo. Aquello supuso un tremendo impacto negativo en la economía valenciana, y muy especialmente en la de Puerto Sagunto, además de una auténtica tragedia a nivel social en la localidad. Aquella industria que había dado origen al nacimiento y desarrollo de un nuevo pueblo, que había sobrevivido a la crisis del 29, a la Guerra Civil y a una terrible postguerra, desaparecía a golpe de Decreto Ley. La política tomó la palabra contra la razón y la lógica económica de una nefasta, desastrosa y mal llamada «reconversión industrial», que en poco más 10 años dejó en estado residual a la siderúrgica española.
De aquel desastre surgió, con los restos no desmantelados o destruidos de la industria siderúrgica, además de los inmuebles y el material documental, lo que con los años conocemos como Patrimonio Industrial de Puerto Sagunto. Patrimonio entendido como conjunto de elementos que componen la cultura industrial, y que contienen valores históricos, arquitectónicos, tecnológicos y/o sociales.
El tiempo pasó, pasó una década, pasaron dos, pasaron tres y llegados al día de hoy ¿qué ha pasado con nuestro Patrimonio Industrial? Pues por increíble que parezca 33 años después todavía no ha contemplado su desarrollo y no es que falte poco por hacer, es que falta casi todo.
Hagamos un pequeño recorrido: la rehabilitada y costosísima Nave de Talleres está cerrada a cal y canto desde hace años; el Horno Alto, icono por excelencia de El Puerto y del Patrimonio Industrial, premio Europa Nostra en 2012, lleva año y medio cerrado al público; la Nave de Efectos y Repuestos, casi completamente rehabilitada para Museo Industrial, está pendiente de musealizar; y en el conjunto de la Gerencia, las antiguas oficinas de Fábrica ya reformadas y sin estrenar, el ayuntamiento de Sagunto se niega en redondo a bajar servicios municipales y acercarlos a los ciudadanos de El Puerto, a pesar de haberse recuperado para este menester; del resto de la Gerencia, pues bien, chalets en ruinas y devorados por la maleza al este y algo en mejores condiciones al oeste (será que están más cerca de Sagunto). Otros elementos afortunadamente se rehabilitaron y dieron uso como el Sanatorio; otros simplemente fueron destruidos como las chimeneas de ladrillo, o más recientemente la Escuela de Aprendices o el andén del Trenillo.
Precisamente en la mesa redonda celebrada el pasado 8 de junio, dentro de los actos para conmemorar el centenario de la siderúrgica, una de las preguntas más repetidas fue: «¿por qué 33 años después no se ha puesto en valor el Patrimonio Industrial?» Como ejemplo se nombraron la puesta en valor y/o la protección del Patrimonio Industrial que se ha realizado en otros lugares como Sestao con su Horno Alto Nº 1 de Altos Hornos de Vizcaya, el Museo de la siderurgia y minería en Sabero (León), el carguero de mineral de hierro de Almería o la la fábrica siderúrgica de Völklingen (Alemania), declarada patrimonio de la Humanidad por la Unesco, que recibe centenares de miles de turistas cada año. Nadie supo dar la respuesta, tan solo lamentaciones y propósitos de enmienda.
¿Y qué tienen como común denominador estos lugares que si protegen y cuidan su Patrimonio Industrial? ¿Son más organizados y trabajadores que nosotros? ¿O simplemente más listos y guapos? O quizás sea que tiene un ayuntamiento propio que vela por sus intereses y su Patrimonio, que ha de rendir cuentas a sus propios ciudadanos en las urnas. Y eso es precisamente lo que no tenemos en El Puerto, a pesar de contar con más de 40.000 habitantes, a pesar de nuestra historia centenaria, con nuestra idiosincrasia y cultura minerosiderúrgica, NO tenemos ayuntamiento propio y si uno compartido con nuestros vecinos del castillo.
Así nos va.
Sergio Paz Compañ
Concejal en el ayuntamiento de Sgto.