Ante la proximidad de unos comicios electorales, conviene tener presente que el recuerdo es una parte fundamental de la memoria y esta, al igual que los libros que permanecen tiempo en las estanterías, conviene desempolvarlos de vez en cuando, máxime cuando debemos tomar alguna decisión que puede determina nuestro futuro. Por esta razón, evocar eventos del pasado para recuperar nuestra propia memoria histórica, es un ejercicio mental que nos hará reflexionar sobre lo que queremos y por qué lo queremos. Y para iniciar este propósito nada mejor que hacerlo con un fragmento del poema en prosa del porteño Ramón Rodríguez, dedicado a su pueblo: “…Este remolino de avenidas y altos edificios con su modernidad, son un crepúsculo de esplendor construido sobre las viejas cenizas esparcidas aquí y allá, que hablan aún por los restos de lo que todavía sobrevive.”
El origen de El Puerto se debe a los pioneros que vinieron a trabajar a las instalaciones portuarias y construyeron sus casas por iniciativa propia y plena libertad. Por esta razón, es un hecho cierto que El Puerto surgió de manera natural, sin que el legislador o el gobernante, no tuviera más participación que el reconocer su existencia. En cuanto a la posición de los representantes municipales, desbordados por el crecimiento de población, tomaron una actitud pasiva y temerosa, por si aquello que no habían previsto, pudiera poner en peligro la capitalidad del municipio. Este miedo neurótico, originó un caos urbanístico, sanitario y de escolaridad que fue aumentando en la medida que crecían las casas y los habitantes en el núcleo porteño. Si a esta grave situación, le añades que a la ciudadanía porteña se le imponía un sufragio restrictivo que le impedía la representación que en derecho les correspondía en el Consistorio, se comprenderá que la segregación era la única solución lógica y posible.
El derecho de un pueblo a estructurarse libremente, sin injerencias externas y de acuerdo con la Declaración Universal de los Derechos Humanos, era la razón fundamental en que se justificaron las peticiones de segregación. Aspiración harto difícil, ya que los intentos se realizaron durante dos dictaduras: La primera, cuando gobernaba el General Primo de Rivera a finales de la década de los 20 y la segunda durante el régimen franquista en 1955.
No se descubre nada, si decimos que en estos sistemas de gobierno, se prescinde en mayor o menor medida del ordenamiento jurídico y cobran una mayor relevancia, los poderes fácticos que influyen en las decisiones del poder ejecutivo. Esta presunción dejó de serla, cuando la aristocracia dominante en Sagunto se trasladó a Madrid, para que fueran rechazas las segregaciones. Esta vez, también la presentada por los ciudadanos saguntinos, para evitar la absorción del Ayuntamiento por la población porteña.
Cuando se instauró la democracia en España y se implantó el sufragio universal, nos hizo concebir la esperanza de que por fin íbamos a poder alcanzar el derecho a constituirnos en municipio independiente. Sin embargo, la decepción fue grande cuando se rechazó la petición presentada en 1996. Esta negativa se fundamentó en unos informes viciados y preconcebidos para justificar lo injustificable y al oscurantismo del poder judicial. Cualquier duda sobre esta resolución, quedó aclarada cuando Alfonso Guerra, dijo: “el que se mueve no sale en la foto”. Con esta frase advierte que el partido está jerarquizado en sentido vertical y no se admitían disensiones. Dado que este sistema está generalizado en la actividad política española, cualquiera puede llegar a la conclusión de que lo que se ha instaurado es el Nepotismo, ya que los intereses de los partidos políticos se han impuesto a los derechos de los ciudadanos. ¿Cómo iba aprobarse la segregación y privar a Sagunto de alcanzar 75000 habitables? Cifra muy anhelada por los partidos políticos, ya que ello les permitiría incrementar su representación en el Ayuntamiento, a través de concejales no electos y otros cargos.
Según Tomás de Aquino (luego santo) la labor del gobernante es defender y velar por sus propias leyes justas y castigar a los infractores: No obrar bajo estos principios es propio de “tiranos”. Que hubiera dicho de un Gobierno Autonómico capaz de prostituir a las Cortes Valenciana, violar la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Constitución Española y el propio Estatuto de Autonomía; para sacar adelante una Ley, cuya única finalidad era impedir que El Puerto pudiera alcanzar la municipalidad que le corresponde de hecho y derecho.
Aunque reconozcamos que es difícil conseguir la segregación a través de un proceso administrativo, habida cuenta los intereses que hay por medio. Tenemos que mentalizarnos que la solución está a nuestro alcance. Basta que los ciudadanos que quieran serlo de su propio municipio; en lugar de habitante de otro pueblo cercano. Olviden los intereses de los partidos y voten a los que quieran que el Ayuntamiento se traslade a El Puerto, que es donde debe estar por funcionalidad y por residir aquí la mayoría de la población. El resto de la problemática, se resolvería por sí sola o sino, admitir como algo propio, lo que dijo Nelson Mandela: “La mayor gloria en la vida no consiste en no caer, sino en levantarse cada vez que caemos”
José María Piró Rodriguez
Afiliado a Iniciativa Porteña